miércoles, 25 de julio de 2012

Diseño de parques publicos


Vicente Casals Costa
El urbanismo y el diseño del sistema de parques de las grandes ciudades en las primeras décadas del siglo XX
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Nicolás Mª Rubuí y Tudurí
Estudio de los problemas municipales de paseos, jardines y parques públicos


 EL PROBLEMA DE LOS ESPACIOS LIBRES



Un angustioso problema se presenta ante los directores de las grandes aglomeraciones urbanas y es la dificultad creciente que los ciudadanos tienen en ponerse en contacto son la naturaleza: tierra, aire libre y sano, vegetales, vida campestre. La capa espesa de edificaciones que cubre las ciudades separa cada vez más a sus habitantes de lo que siempre había sido el ambiente natural del hombre y les coloca en condiciones de vida completamente anormales para la especie humana.

Desarrollo de las ciudades

Si observamos lo que sucede en el desarrollo de las grandes poblaciones que no están sometidas en su crecimiento a un plan de conjunto bien establecido, veremos lo siguiente: el núcleo de la gran ciudad crece al compás de la marcha de los negocios y de los intereses materiales de la urbe. Estos intereses son los que rigen dicho desarrollo: los ciudadanos, en plena actividad industrial y comercial, resuelven de acuerdo con sus instintos los problemas de urbanización, o sea cubriendo con edificios de renta el mayor espacio posible del terreno de que disponen.
Paralelamente, crecen los núcleos suburbanos de la gran ciudad según disposiciones a menudo mezquinas y confusas y, en todo caso, adaptadas a sus simples intereses locales. De este modo viene a formarse una barrera impenetrable de edificaciones en torno de la gran aglomeración urbana.
Consecuencia de todo ello es que llegan a faltar completamente las condiciones de aireación, de zonas abiertas y de “masa verde” en el interior de la población y, lo que es tal vez peor, las direcciones generales de salida de la ciudad al campo se hallan completamente obstruidas. Un cinturón ahoga la gran ciudad, que en su zona interna ya carecía de “espacios libres”, “pulmones” de la población.

Espacios de aireación

Y sin embargo, estos “espacios libres” en los cuales la “masa verde” alcance una proporción conveniente, son imprescindibles en una gran urbe. Nuestras ordenanzas municipales –como las de todo el mundo– exigen una proporción, fijada por la Higiene, de patios, deslunados, “espacios abiertos” en general, en el interior de las viviendas que se construyen. Un criterio higiénico parecido debe regir para la gran vivienda que es la gran ciudad. Y a la proporción de espacios libres debe unirse la exigencia de una masa vegetal, capaz de absorber los productos de las combustiones –animales e industriales– que en la población se producen, devolviendo al aire viciado la oxigenación necesaria.

La parte de los niños

En el desarrollo de estos planes hay que conceder la más alta importancia a la creación de lugares destinados exclusivamente a la infancia y a los juegos de la juventud. No basta construir parques públicos y destinar en ellos alguna avenida y algunos bancos a los niños, como cosa accesoria: modernamente ha llegado a comprenderse que la acción social e higiénica encomendada a los jardines y espacios libres de las grandes ciudades logra su máximo efecto al ejercerse sobre la infancia y la juventud. Por esto podría decirse que la base del trazado de los actuales jardines públicos consiste en los terrenos de juego para los jóvenes y los niños, terrenos que cubren la mayor parte de alguno de los grandes parques del extranjero, además de existir aisladamente, repartidos en el interior de las ciudades con toda la profusión posible. Este es el punto de vista moderno para la cuestión de los espacios libres

 Los parques públicos

El sistema de espacios plantados de una gran ciudad comprende, además de los terrenos de juego, jardines de barrio y paseos públicos, los parques urbanos, los parques suburbanos, las grandes reservasy los paisajes protegidos.

Los parques urbanos

Pueden citarse entre ellos, como ejemplo, el Prater, de Viena, el Central Park, de Nueva York, el Bosque de Boulogne, el parque de las Buttes-Chaumont de París; el Hyde-Park, Green Park, Saint James Park de Londres, etc.
Son estos parques un lugar de paseo, fácil y próximo, y contribuyen al embellecimiento de la ciudad, tanto como a su higiene. No deben ser solamente de puro ornato. Es indispensable que presenten grandes espacios y sombra para los días y las horas de reposo. Y, según las modernas ideas, los jóvenes y niños deben encontrar en ellos numerosos terrenos de juego, de una superficie mayor que los que hemos visto anteriormente.
Su extensión es muy variable, puede ser de 8 a 10 hectáreas como el parque Monceau, 30 a 40 hectáreas como el Campo de Marte de París y las Tullerías de la misma ciudad; o bien de 80 a 100 hectáreas como Battersea-Park (80 hectáreas) en Londres; y puede llegar finalmente a alcanzar de 700 a 800 hectáreas como el Prater de Viena (698 hectáreas) y el Bosque de Boulogne de París (800 hectáreas)


Como ejemplos interesantes que dan idea de la manera diversa como pueden ser tratados los parques públicos de que estoy hablando pueden citarse: Hackney-Marsh de Londres (140 hectáreas), el cual está casi enteramente consagrado a los juegos, foot-ball en invierno y el cricket o tennis en verano; y el Volksgarten, de Colonia, que forma un jardín público de paseo, en el cual se destinan vastos espacios a los juegos, que contribuyen a aumentar la animación y los atractivos del jardín.


Fig 25: Vistas del Campo de Marte(Paris)


Fig 26 La flora ,Colonia





Fig  27:Central Park ,New York




Los parques suburbanos

Son un refugio, como dice Mr. J. C. N. Forestier, al alcance de los habitantes de la gran ciudad donde al amparo de la tranquilidad de las escenas de la naturaleza, van a olvidar el ruido y el movimiento enervante de las calles y las preocupaciones de los negocios. Nada de tiendas, nada de reclamos, nada de ferrocarriles ni tranvías. Árboles solamente, césped, el menor número posible de caminos, de construcciones o de ornamentos inútiles.
Ciertas creaciones muy especiales como los parques históricos, por ejemplo Saint Cloud, Versailles, Hampton-Court o como los jardines que encierran un gran museo (Kew Garden), o una escuela de agricultura, etc., pueden ser consideradas como parques suburbanos.

Las grandes reservas y los paisajes

Así como los parques públicos anteriormente citados estaban determinados, en cuanto a su situación, por las necesidades de la ciudad, las grandes reservas y los paisajes están determinados por circunstancias naturales dependientes de las condiciones del país. Su superficie es muy variable y está relacionada con las circunstancias y la configuración de los puntos que deban preservarse.
Difieren de los parques propiamente dichos en que su tratamiento no es el mismo ni tampoco su conservación. Continúan en su estado inicial: bosques, pastos, ríos, rocas, etc. y a menudo pueden, mediante la continuación de su explotación natural, dar rentas importantes, como los bosques y pastos de las ciudades alemanas. Estas reservas están a veces bastante alejadas del centro de la ciudad. Los ejemplos son numerosos: los Commons, Burnham Beeches para Londres, Wiener-Wald para Viena, Blue Hills Reservation para Boston, las inmensas reservas que ha creado Chicago cerca del lago Michigan y alrededor del lago Calumet.

Condiciones esenciales de los parques públicos

Estos parques deben satisfacer una serie de exigencias, llenar todo un orden de funciones, que no pueden menos que reflejarse en el trazado del parque. Además de las condiciones generales impuestas por el arte de los Jardines, para el arreglo agradable de los terrenos y los paisajes, los parques públicos requieren tener en cuenta constantemente, el carácter “público” de sus jardines, construidos para ser gozados por todos los ciudadanos, sin más limitación que los reglamentos de policía.
De lo dicho en párrafos anteriores se deduce que el sentimiento del aislamiento, de la calma campestre y de un tranquilo alejamiento de la gran ciudad, constituye una de las condiciones fundamentales que deben llenar los parques públicos.
Al mismo tiempo hay que tener en cuenta, en ellos, la necesidad de los grandes espacios para juegos y deportes de la niñez y de la juventud, satisfaciéndola plenamente en el trazado del parque.
Una y otra de estas condiciones deben llenarse teniendo gran cuidado en evitar la monotonía, procurando, al contrario, obtener una variedad agradable que impulse a los ciudadanos a recorrer el parque. Los parques deben determinar una verdadera atracción de los ciudadanos, de modo que resulten eficaces y que el municipio obtenga el máximo rendimiento de los sacrificios económicos realizados para dotar a la ciudad de espacios libres.
Como complemento de estas condiciones generales del trazado de los parques públicos, es preciso considerar los efectos diversos que la afluencia de personas y el modo de verificarse es capaz de determinar en ellos.

Consideración de los accesos

En el curso de este estudio he tenido ocasión de hacer notar la importancia que tenían en todo sistema de parques de una gran ciudad las vías de comunicación, o sean paseos o park-ways. En los parques públicos la necesidad de los accesos cómodos, rápidos y económicos es ineludible, de tal modo que si ellos pueden determinar la mayor parte del éxito de un parque desde el punto de vista de su “eficiencia”, pueden también, si no reúnen las debidas condiciones, ser gran parte en su fracaso y rendimiento insuficiente.
Salvo en los parques muy especiales, o muy lejanos, debe procurarse que el acceso a pie sea fácil. Al lado de él, las comunicaciones rápidas de los tranvías y demás transportes en común serán imprescindibles para facilitar la salida al aire libre de las personas que dispongan de poco tiempo y de limitados medios económicos. Claro está que no pueden olvidarse las vías para carruajes de lujo y, en algunos casos, de sport.
Al resolver el problema de los accesos debe tenerse presente la cantidad de personas que, eventualmente, pueden trasladarse al parque en un día y hora señalados. Los días festivos acostumbran a llevar a los parques, masas enormes de público y daré, como un ejemplo de lo que digo, el Bosque de Boulogne de París, donde llega a haber una concurrencia de más de 400.000 personas a la vez.
Deberán considerarse, pues, al querer trazar las vías de acceso, las densidades de población de los distritos que tengan salida al parque de que se trate, teniendo en cuenta que si bien la entrada de las masas de público se verifica muchas veces poco a poco y durante un espacio de tiempo más o menos largo, la evacuación se efectúa generalmente en bloque, con un impulso de prisa, casi animal. Si no se prevén ampliamente las avenidas de acceso al parque, se corre el peligro de ser arrastradas por la multitud las plantaciones de borde.

Policía de los parques

Una vez conducidas las multitudes a los parques públicos, se hace evidente la necesidad de establecer en ellos una reglamentación de la policía. Los parques públicos se degradan, en efecto, muy fácilmente en nuestros países a poco que se descuiden, convirtiéndose en focos de suciedad, de holgazanería e inmoralidad. Será, pues, conveniente tener presente este problema al proyectar los parques públicos, de modo que la función de vigilancia sea facilitada por un trazado “pan-óptico”, por medio de vías espaciosas, claras, y poco revueltas. En el antiguo parque Laribal de Montjuich, donde las plantaciones sobre montones de tierra acababan de hacer intrincado el jardín, ya confuso, a causa del trazado tortuoso de los caminos, se ha logrado facilitar mucho la vigilancia mediante el establecimiento de sendas rectilíneas, después de haber rellenado el terreno hasta la altura de las plantaciones. En cada caso el problema de la policía de los parques deberá ser planteado de un modo distinto; yo no hago, ahora, más que recordarlo.

Defensa de las plantaciones

Entre las cuestiones que afectan a la ordenación del tránsito público por los parques, hay una que no debe olvidarse y que el mejor reglamento de policía sería incapaz de resolver por sí solo. Es la que deriva del siguiente principio: todo espacio plantado de vegetales es capaz de soportar el paso de determinada masa humana, el aumento de la cual produce en la plantación trastornos fatales, inevitables, que convierten, finalmente, el jardín en un yermo, calle o plaza.
El paso del hombre es, en efecto, pernicioso a las plantas y la repetición continua de este paso, con su acompañamiento de roces, polvo, heridas, apisonamiento del terreno, depredaciones voluntarias e involuntarias, etc., acaba por derrotar completamente la vegetación.

En los parques públicos, pues, es de primordial importancia preocuparse de la conducción de las multitudes por amplias vías, bordeadas de vegetales robustos y rústicos, siguiendo direcciones bien definidas y claras que hagan imposible la formación de atajos –anomalía característica del parque de la Ciudadela. Porque es evidente que existen siempre medios oportunos para lograr que la capacidad del parque aumente, usando en cada ocasión particular los procedimientos de defensa de los vegetales que las circunstancias indiquen.





Eig 29Parque y Palacio Pedralbes







De este modo, en el proyecto de parque de Pedralbes debido a Mr. J. C. N. Forestier, pueden observarse algunos detalles, de los cuales sólo citaré los más visibles, relacionados con el problema de la circulación entre la vegetación. Las anchas avenidas que se cruzan en el centro del parque pueden conducir cómodamente a las multitudes, y observaremos que las plantaciones delicadas están suficientemente apartadas de estas grandes vías –donde la circulación de carruajes agrava considerablemente las condiciones de vegetación– como, por ejemplo, los roserales, en los cuales los coches no deben penetrar, manteniéndose el paseo de carruajes a alguna distancia de dichos jardines de rosas, así como también el paseo de caballos. Parterres de flores aislados por el agua de un estanque, vallas de arbustos cortados, plantaciones vigorosas en los bordes de los caminos de mucho tránsito, son soluciones que favorecen la vegetación de los jardines públicos.




Eig 30:los jardines de Montjuich









Distribución de la concurrencia

Muy relacionado con estos problemas está la cuestión de la distribución de la concurrencia de los parques, mediante focos distintos de atracción bien compensados, que permitan esparcir el público por toda la superficie útil de los jardines aumentando el rendimiento de la misma.
El proyecto de parque de Pedralbes contiene magistrales ejemplos de todas las cuestiones de que estoy hablando. Así pueden verse en él un número considerable de centros de atracción, que no detallo por estar visibles en el plano que publico. Son, generalmente, pequeños establecimientos de bebidas, bars y restaurants elegantes o populares.

Concesiones

En este punto hay que mencionar el problema de las concesiones en los parques públicos. En muchos casos no pueden dejar de considerarse beneficiosas, dado que contribuyen a aumentar el número de los ciudadanos que, abandonando las apreturas de las calles, se trasladan al aire libre de los grandes parques. No debe olvidarse, en efecto, que los municipios, al crear dichos parques, no terminan su misión cuando los habitantes “pueden” visitarlos; sino que es preciso incitar a los ciudadanos a trasladarse a ellos, ya que no con absurdas coacciones legislativas, por medio de atracciones de uno u otro género. Sólo así el municipio cumple su misión, y puede considerar bueno el “rendimiento” del presupuesto que a parques públicos haya dedicado.
Pero si algunas concesiones pueden contribuir a este resultado, no por eso deben otorgarse todas, indistintamente. La concesión no es más que un medio. A ella no deben, pues, sacrificarse ni la tranquilidad y sosiego del parque –implantando artefactos ruidosos, extravagantes, sensacionales, etc., que obran sobre los nervios– ni la viabilidad, ni la salud de las plantaciones. Juegos campestres, cantinas silenciosas, espectáculos reposados, son cosas de la categoría que puede admitirse.

Campos de juegos

He de repetir aquí la necesidad de los terrenos de juego públicos en los parques municipales modernos. El parque londinense de Battersea está casi todo él destinado a juegos de la juventud y de la infancia. En el proyecto ya citado de parque de Pedralbes, el espacio en que se extienden dichos juegos toma un considerable desarrollo. Puede decirse que ocupan la mayor parte de los terrenos de suave pendiente de la parte baja del parque y comprenden vastos campos para match de football, dispuestos en forma de stadium para cuando las circunstancias lo exijan y numerosos terrenos de juegos de tennis. Las duchas y piscinas para mujeres y, separadamente, para hombres están dispuestas según las últimas prescripciones de los deportistas. En la extremidad del parque, cercana a Esplugas, un campo de aterrizaje para aviones, junto con una pista para caballos, completan el sistema de terrenos de deportes del parque de Pedralbes.






Fig 31:Battersea Park ,London








Satisfacción de estas condiciones

Gran parte de las exigencias que se contienen en los párrafos anteriores serán influidas, en su mayor o menor satisfacción, por la naturaleza de las condiciones locales y las posibilidades económicas del municipio y, entre estas, las cuestiones inherentes al riego, o sea a la distribución del agua, que trataré especialmente por su importancia en nuestro país.

Las condiciones locales

No debe olvidarse que las condiciones de vegetación se ven desfavorablemente influidas por multitud de causas en el área que abarca la vida de las ciudades. Sobre todo la actividad industrial moderna es origen de grandes inconvenientes para la prosperidad de las plantas, ya que la emisión de considerables masas de humos, gases nocivos y polvo, obran de una manera fatal a la buena vegetación de las plantaciones. Muchos jardines antiguos de los condados del norte de Inglaterra han debido ser transformados a causa de las nuevas condiciones de vegetación determinadas por el desenvolvimiento industrial del país, y esto deberá tenerse muy en cuenta para cuando se establezcan plantaciones en lugares próximos a zonas industriales.





Fig 32 Linwood Park,ST paul,MN



Influencia del presupuesto en el trazado

En el modo de tratar al proyecto de un parque público tienen también natural influencia los presupuestos de ejecución y de conservación. Evidentemente, cuando la superficie del parque está desproporcionada con los medios económicos de que se dispone, no podrá aspirarse a convertir en jardín toda el área del parque. Una parte más o menos grande del mismo deberá dejarse en su natural estado repoblando las plantaciones, si es necesario, y abriendo algunos caminos de bosque. Así consta en el proyecto del parque de Pedralbes, en el cual se destina a bosque toda la parte alta de la montaña de Sant Pere Màrtir, que no figura en el plano que inserto.

Ahora bien, pueden seguirse dos soluciones del problema que representa el plantar como jardín sólo una parte del parque: o bien se diseminan las plantaciones por toda la superficie, creando multitud de pequeños jardines enclavados en el bosque, o bien se concentra toda la masa de jardinería en la región más a propósito del parque, de modo que el bosque natural forme un marco del jardín cuidado y decorado. Nótese que digo bosque “natural” y no “naturalista”, puesto que de lo que se trata es de no tocar casi nada de la parte que se reserva, dejándola como estuviere, sin pretender copiar en ella los paisajes de Inglaterra.
La solución que consiste en agrupar los jardines para que formen un conjunto orgánico tiene indudables ventajas técnicas sobre el sistema diseminado, ya que la experiencia enseña que los pequeños rincones de jardín se degradan y son de muy difícil conservación, pasando rápidamente a la categoría de basuras. En cambio los grandes jardines comienzan por imponer respeto al público, los descuidos no se notan, por quedar siempre el conjunto bien encuadrado por las líneas generales de la composición, el riego y la conservación son más fáciles y el aspecto total gana en grandiosidad.
En ejemplos de la ciudad de Barcelona puede haberse notado la verdad de lo que digo: mientras que en el parque de la Ciudadela una época de descuido, por deplorable que fuese, no llegó a hacer perder el aspecto de jardines a dichos parques, un descuido momentáneo ha podido dejar que se arrasasen pequeños jardines aislados en el interior de Barcelona. Del mismo modo ocurre cuando se trata de partes de un parque público, lo cual se ha querido evitar en el de Pedralbes reuniendo en su parte baja, en inmediata proximidad de las grandes avenidas de acceso, que forman la estructura del proyecto, las masas de jardinería, mientras la parte alta se reserva a bosque de pinos y planta de montaña.

Distribución del agua

En nuestras latitudes es precisamente al agua que hay que pedir la mayor parte de los encantos de un jardín. Sin ella éste se seca, se vuelve polvoriento y muere al cabo. En Barcelona muchos de los males de nuestros jardines públicos previenen de la falta de agua, la cual, en combinación con el sol, puede producir las maravillosas vegetaciones de las regiones meridionales.
Las enseñanzas de los pueblos que han estado en las mismas condiciones que nosotros nos serán de una utilidad preciosa, al querer resolver el problema de la distribución del agua en los jardines públicos en el caso actual. Los árabes y los pueblos influidos por ellos –del mismo modo que antes que todos, los persas– desarrollaron el principio de la máxima eficiencia o rendimiento del agua por medio de su utilización ingeniosa como ornamento del jardín antes de servir para la irrigación. Ello se lograba con el aprovechamiento minucioso de todos los desniveles y con el procedimiento –tan ventajoso– del riego por el pie de las plantas. No me parece propio de este lugar entrar en detalles técnicos acerca de este problema, una vez establecido el principio de la distribución perso-arábiga del agua.
Mediante un juicioso empleo del agua puede obtenerse, pues, que el mismo líquido que debe emplearse para la irrigación sirva para ornato del jardín entero, haciéndole recorrer fuentes, canales, escaleras, surtidores, etc., hasta ir a parar al pie de las plantas; todo ello sin aumento alguno del agua consumida y por lo tanto del presupuesto de riego.
Este aspecto del problema de los jardines públicos tiene, para nosotros, un altísimo interés. Dado que sin el auxilio del agua los más sabios y hermosos arreglos de jardines no pueden dejar de volverse desagradables y polvorientos, es muy conveniente que los proyectos sean concebidos conociendo la cantidad que, después de construido el jardín, podrá dedicarse a su irrigación. El presupuesto de conservación –ya lo he consignado– ocupa el primer lugar entre los datos que deben tenerse en cuenta al formular el proyecto de un parque público.
El proyecto de parque de Pedralbes y los jardines, en ejecución, de la montaña de Montjuich, están estudiados con objeto de sacar todo el partido posible del gasto del agua mediante una distribución de ella que responde a las supradichas consideraciones.

Urbanizaciones intermedias y servidumbres

Después de hablar de las condiciones que deben satisfacer los parques públicos y sus elementos y de ver como influyen en ellos ciertas circunstancias exteriores, restan por examinar, someramente, los medios legales con que cuentan los parques públicos para sostenerse en medio de la furiosa invasión de las edificaciones.
Estos medios legales se refieren:
1º A la defensa de la integridad del área de los parques existentes.
2º A la creación de nuevos parques.
3º A la mejora del rendimiento de los jardines públicos, por medio de la regulación de las edificaciones en los alrededores de los parques.
4º Subsidiariamente, a la ordenanza de los jardines privados y a sus relaciones con la variación del precio de los alquileres.
Para ello es preciso que las leyes consignen lo siguiente:
En primer lugar, la prohibición de enajenar los espacios libres hoy existentes o los que puedan crearse. La necesidad, cada día más fuerte, de establecer jardines públicos en las ciudades es la mejor justificación de esta afirmación.
Los considerandos del acuerdo tomado por el Consejo municipal de París, a propuesta de M. Bellan, explican claramente cuan necesaria sea esta proposición:
“Considerando, que en nombre de la higiene conviene salvaguardarlo (el Bosque de Boulogne) y desarrollar los espacios libres para dar a nuestra gran ciudad, en que los habitantes languidecen entre los muros, más aire, más luz y más verdura.”
“Considerando que la mayor parte de ciudades de Europa nos han avanzado en este sentido desde hace tiempo, arreglando parques, pelouses, jardines, lagos, etc.; especialmente Londres que cuenta más de 300 squares, que son otros tantos pulmones por donde respira su población”.
“Se acuerda: Que los poderes públicos, cuidadosos de la higiene y de la belleza de París, no disminuirán, bajo ningún pretexto, la superficie actual del Bosque de Boulogne.”
Pero no basta la prohibición de la venta directa. En París se cometió el error de dar su famosa cintura de espacios libres (antiguas fortificaciones) como garantía de un crecido empréstito; esto ha venido a complicar la cuestión de la creación de parques en estos terrenos, puesto que siendo terrenos en garantía están ligados a la obligación garantizada. Hipotecar un espacio libre es enajenar, parcialmente, y es hacer posible que en su día pase a ser de propiedad privada en manos de los que sean acreedores. (El procedimiento especial de ejecución de las sentencias contra los ayuntamientos, que establece la ley Municipal española de 2 de octubre de 1877, no se aplica cuando las deudas estuviesen aseguradas con prenda o hipoteca.)
En segundo lugar, es indispensable facilitar la expropiación de terrenos para parques públicos. El Estado de Nueva York no ha mucho tiempo modificó el apartado 7º de su Constitución, en este sentido.
“Apartado 7º. No se tomará para uso público propiedad alguna sin previa compensación. La legislatura puede autorizar la expropiación de mayor parte de terreno y propiedad del que se necesite para la formación, ampliación etc., de parques, calles, avenidas y plazas públicas, tanto para su protección como para su desarrollo, incluyendo los derechos, comodidades y límites sobre el uso de la propiedad vecina; pero aunque el exceso de terreno o propiedad sea incidentalmente de utilidad pública no sobrepasará lo suficiente para formar los solares donde puedan levantarse los edificios que linden con talparque, calle, avenida o plaza pública.
La parte del exceso que no sea definitivamente necesaria para el objeto principal, puede venderse o arrendarse.
Diferentes localidades y clases de propiedad pueden ser sometidas a diversos reglamentos para su protección y desarrollo o por cualquier otro motivo de conveniencia pública, incluyendo la destrucción de edificios en áreas insalubres y la prohibición y restricción del uso de estructuras inadecuadas o perjudiciales a la vecindad o que sean en detrimento del aspecto de las calles y plazas públicas.”
Como se ve, los parques tienen en este artículo un lugar preferente al enumerar lo que puede ser objeto de expropiación. Pero ofrece esta enmienda a la Constitución neoyorquina otra especialidad, consistente en ocuparse especialmente de las servidumbres que pueden imponerse a los terrenos que rodean un parque, paseo o campo de juego. Estas servidumbres, que en un principio son indispensables en una ciudad, que limitan notablemente el derecho a la construcción urbana (en cuanto a la altura, ventana, etc…) pueden convenientemente desarrolladas aligerar el esfuerzo económico del municipio, prohibiendo la construcción de un tanto por ciento del terreno, obligando a los propietarios a dejar una zona no edificada entre sus construcciones, etc. Todo lo cual venga a aumentar la proporción indispensable de suelo libre que debe existir en toda población moderna.
Y ello mejora evidentemente las condiciones de rendimiento de los jardines públicos. Es indudable que la tranquilidad, aireación, vegetabilidad, belleza, etc., del parque se verán muy favorecidos si se alejan de sus límites los enormes bloques de casas de alquiler, con sus calles relativamente estrechas, sus ruidos, sus humos… Por esta razón es necesario, al proyectar un parque o jardín público, estudiar el modo como se pueda limitar la construcción de viviendas en sus alrededores y, en cambio, impulsar el establecimiento de jardines privados, con anchas avenidas plantadas, que hagan la unión del parque con la ciudad. Para ello es preciso, repito, implantar una serie de servidumbres cuya justicia no puede ser negada de ningún modo.
Aceptemos, en efecto, el principio indiscutible de que las mejoras que en la ciudad se hacen no pueden beneficiar sólo a un grupo de ciudadanos, sino a la comunidad entera que los costea. La creación de una avenida, paseo o parque público y aún sólo el proyecto de los mismos, ocasiona un aumento de precio en los terrenos que los rodean. Es, pues, como justa compensación, legítimo imponer a estos terrenos una servidumbre en bien de la ciudad futura, para la cual se derivarían ventajosas consecuencias: 1ª hacer más agradable la avenida, paseo o parque; 2ª extender más el efecto bienhechor de los espacios libres y de las plantaciones; 3ª limitar el aumento de los terrenos; 4ª equilibrar mejor en consecuencia el precio de los alquileres.

El estilo de los parques públicos

En el arte de los jardines han estado y están en pugna dos tendencias distintas, generadoras de dos órdenes de estilos distintos también; los estilos regulares o geométricos y los estilos paisajistas o naturales. Cada uno de estos grupos de estilos obedece a una concepción particular del arte. En los regulares, el jardinero impone las leyes y formas del arte geométrico a la naturaleza; en los de paisaje, no pretende otra cosa que reproducir las escenas de esta naturaleza, disimulando lo mejor que puede las huellas del arte que tales composiciones ha creado.
Entre los estilos regulares o geométricos existen diferencias esenciales: así el jardín persa o árabe está informado por una fina sensibilidad oriental; el italiano por un sentido fastuoso, consecuencia de la magnificencia de las plantaciones y aguas y de la prodigalidad de arquitectura y escultura; y el jardín francés aparece ordenado por una clara inteligencia, grata al espíritu equilibrado de la raza que lo creó.
Los estilos paisajistas –que una multitud de matices distinguen entre ellos– han hallado su forma más perfecta en los parques anglo-chinos de fines del siglo XVIII y principios del XIX; posteriormente, el género mixto, unión de los otros dos, tuvo gran aceptación aunque logró pocas veces producir ejemplares artísticamente superiores.

Opinión de un jardinero norteamericano

“Nueva York puede alabarse de poseer una obra maestra que encuentra difícilmente un rival en el mundo: Central Park. La belleza de su dibujo general, la simplicidad y lo natural de sus efectos no son aventajados en ninguna parte si es que en algún sitio llegan a ser igualados.”
Esta seguridad fue proporcionada a los habitantes de Nueva York por M. Samuel Parsons, el arquitecto paisajista encargado de los parques de la ciudad que acababa de visitar los jardines de Europa con el fin de hacer esta comparación. Admite ciertamente que hay mucho que admirar en los parques del Viejo Continente pero él cree que el estilo general de los jardines paisajistas seguidos en Nueva York es superior al de los jardines más regulares, más artificiales de los países de Europa y que el estilo norteamericano está en camino de “ejercer una influencia fuerte y modificadora a través de Europa.”
“Mi idea principal al marchar a Europa, dice M. Parsons, era visitar el parque y los jardines del príncipe Puckler, especialmente, en Muskau, su propiedad de Silesia. El príncipe fue un hombre de genio; creó un estilo personal, dentro de la jardinería paisajista, que goza de una influencia notable y que será cada vez más apreciada con el tiempo. El parque alemán, a pesar de los numerosos parques que he visto en Europa, es, sin duda alguna, el más bello. Imaginad mi sorpresa al encontrar en él, en muchos de sus puntos, una réplica de Central Park: la misma armonía, la misma apariencia natural, ningún exceso de flores en los jardines regulares y, solamente, magníficos y grandes árboles, algunas flores brillantes y por todos lados abundancia de césped.
El príncipe Puckler dibujó su parque hacia el 1830 y es una obra de genio a la que jamás se han aproximado después los jardineros europeos. Al dibujar Central Park no había posibilidad de imitarle pues el parque alemán era desconocido en América en aquella fecha.
El parque comprende aproximadamente 2.000 hectáreas divididas por un río bastante ancho, a cuyos lados se elevan colinas bajas. Existen en él algunos centenares de encinas tal vez de más de un millar de años de edad –materiales inapreciables. El príncipe empleó treinta años en hacer valer estos materiales de acuerdo con sus ideas de paisajista y de jardinero.
Un curso de agua artificial fue tomado desde el río para ser conducido cerca del viejo castillo. Grandes olmos y una gran variedad de árboles crecen sobre sus orillas y los grupos de arbustos están diseminados tan simplemente que constituyen en conjunto una escena perfectamente natural que no descubre en nada la mano del hombre y parece haber sido siempre así.”
“Probablemente la verdadera naturaleza no complace en tan alto grado a cierto personaje alemán como esas platabandas de geranios violentamente escarlata, rígidos y alineados a cordel, ante la fachada de su palacio.”
“Los parques de Viena comparados a los de Nueva York son hermosos, pero no grandes. Tienen un dibujo muy convencional; existen en ellos numerosos y bellos árboles y grandes espacios de césped; pero por todas partes se encuentra el grupo de arbusto de hoja persistente, todo es superabundante y los macizos de flores chillonas de los geranios se presentan continuamente a la vista.”

El estilo regular

El estilo geométrico de los jardines –ya sea el francés, ya el oriental– ha nacido del inmediato contacto de les plantaciones con los edificios. Las líneas de estos últimos se prolongan a través de los jardines, produciendo la impresión de un conjunto armónico, en que la casa corresponde al jardín y el jardín al edificio.
La excelencia de esta solución ha sido generalmente reconocida, aún por grandes partidarios del estilo naturalista, habiéndose llegado en muchos casos a la solución intermedia, del estilo mixto en el cual los alrededores de la construcción son tratados geométricamente, dejándose al estilo de jardines paisajistas los espacios más alejados.
Se reconocen generalmente al estilo regular ventajas que recomiendan su empleo, sobre todo en nuestros países, donde el genio de la raza y, en parte, el clima y las condiciones de vegetación parecen aconsejarlo.
En general, la vigilancia es mucho más fácil en los parques de avenidas rectilíneas que en las tortuosas. Asimismo, se imponen mucho más por su aspecto al público y hace más difíciles las depredaciones. Añádase a esto que los lugares destinados a la plantación son más resguardados del paso del público que en los naturalistas y que esto redunda en pro de la brillantez de los vegetales, haciendo posible la plantación de especies delicadas y novedades hortícolas.
En nuestros climas en que los calores exigen un riego intenso son los jardines más convenientes los que más imiten la estructura de los huertos, que es una estructura perfectamente geométrica y regular.
Además, no puede olvidarse que el régimen de las lluvias de nuestras regiones es esencialmente contradictorio con las composiciones de jardín basadas en el establecimiento de pendientes, barrancos yvallonements. Las lluvias torrenciales producen erosiones considerables, que acarrean muchas veces grandes daños en los jardines donde un sistema de obras de fábrica no es establecido. La pavimentación, las escaleras, canalizaciones de riego y evacuación de aguas son cosas propias de nuestros jardines y que se avienen muy poco con los estilos irregulares.

Solución oportunista del problema

Por esto no es posible aceptar sin discusión el punto de vista norteamericano, favorable al estilo “naturalístico” en los jardines públicos de gran extensión. Las circunstancias particulares de cada caso serán las que inclinen a una u otra solución del problema, como ha ocurrido en Barcelona, donde el arreglo del parque de Montjuich ha sido hecho hasta cierto punto geométricamente y el de la Budallera se ha proyectado, no mudando el aspecto natural del paisaje. En todos los casos, sin embargo, ha de procurarse que la fuerza de los prejuicios artísticos no se sobreponga a la observancia de las condiciones esenciales que he señalado anteriormente, sin las cuales la experiencia enseña que no pueden existir parques públicos.










Jean-Claude Nicolas Forestier


Jean-Claude Nicolas Forestier (Aix-les-Bains (Saboya), 9 de enero de 1861 - París, 26 de octubre de 1930) fue un arquitecto paisajista francés. Discípulo de Georges-Eugène Haussmann y Jean-Charles Alphand, realizó la mayor parte de su carrera en París. En España proyectó varios parques y jardines, algunos como el Parque de María Luisa en Sevilla para la Exposición Iberoamericana de 1929 y la urbanización de la montaña de Montjuïc para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.


Datos biográficos


1880-1882: estudia en la Escuela Politécnica y en la Escuela Libre de las Ciencias políticas.
1883-1885: formación en la Escola forestal de Nancy.
1885-1887: comienzo de carrera como guarda general en los servicios de Aguas y Bosques de Argelès, Annecy y Sallanches.
1887: Forestier integra el servicio autónomo de los paseos y plantación de la ciudad de París, que no dejará hasta su jubilación 40 años más tarde.
1908: publicación de Grandes ciudades y sistema de parques.
1911: cofundador de la Sociedad Francesa de Arquitectos y Urbanistas.
1923: concepción de un sistema de parques para París.
1923-1930: proyectos para grandes ciudades latinoamericanas: Buenos Aires, La Habana.
1926: oficial de la Legión de Honor en Francia y comendador del Mérito civil en España.
1929: Gran Premio en la Exposición Internacional de Barcelona.


Principales realizaciones


1890: primera pista ciclista en el bosque de Vincennes.
1898: creación de la avenida de Breteuil a París.
1904: nivelación del Campo de Marte.
1913: anteproyecto para disposiciones urbanas en Marrakech.
1914: inauguración del Parque de María Luisa en Sevilla.
1915: realización de diversos jardines en España: Barcelona, Jardines del Palacio de Moratalla en Hornachuelos, Jardines de la Casas del Rey Moro en Ronda, Jardín del Palacio de Liria en Madrid.
1920: realización del Parque René Fraga en Matanzas, Cuba.
1920:Parque de la Fraternidad Americana, en La Habana.
1923: proyecto de sistema de parques para París.
1924: Avenida Costera de Buenos Aires.
1929: urbanización de la montaña de Montjuïc para la Exposición Internacional de Barcelona.
1929: Jardín del Colegio Mayor Santa María del Buen Aire, Castilleja de Guzmán, Sevilla

Fuente:wikipedia